17 recursos que impulsarán tus pasos a través del duelo

Por lo general todos contamos con las habilidades internas necesarias para superar una pérdida importante en nuestras vidas. 

Y esto no quiere decir que sea tarea fácil, pero sí que es posible llegar a la aceptación de grandes pérdidas e incluso a veces experimentar un crecimiento enorme a raíz  de estas.

Cuando la pérdida es reciente, esto te importa bastante poco porque ves muy lejos una posible asimilación de lo ocurrido. 

Así que lo que te apoya en este proceso es colaborar activamente para trasitar la parte más difícil, en la que nos parece que nunca llegaremos a superarlo (y créeme que pasa).

Te sugiero que en este momento tan delicado, más que nunca te pongas en el primer lugar de tu vida. Que cuentes con todos los recursos que puedas brindarte.

Aquí te comento una lista de la cual quizás algunos sean adecuados para tu momento:

  1. Asume que estás en duelo. Respeta el estado de ánimo que tengas y no intentes estar emocionalmente igual que antes de la pérdida. Ésto es una etapa extraordinaria, teñida de aspectos que se salen de lo que llamábamos “normalidad”. Permite que tu dolor dure lo que tenga que durar, que se exprese de la forma que necesites expresar y no te compares con el proceso de duelo de otros. No hay duelos prototípicos.

  1. Atiende tus necesidades básicas. Por supuesto comer y dormir,  Si no te ves capaz de cubrirlas por t´´í mism@, comparte lo que te ocurre y pide apoyo a tus seres más cercanos.

  1. Cuenta con el apoyo de los demás. Puede que no te apetezca mucho socializar, pero si eres selectivo a la hora de escoger con quién estás y lo haces con quien verdaderamente te apetece, compartir tiempo con otros puede dinamizarte. Ya sea que habléis o no del duelo.

  1. Comunica lo que sientes. Para empezar toma consciencia de qué estás sintiendo, conectándote con el cuerpo (es en el cuerpo donde sentimos las emociones). Date un espacio diario para estar a solas y sentir las emociones que haya. Si alguna la necesitas compartirlas con alguien, entonces permítetelo. Darle espacio a tu sentir y expresarlo supone un desahogo casi automático.

  1. Cuida tu cuerpo. Nada funciona si no cuidas la estructura que te mantiene en esta vida y si te dan ganas de dejarla entonces decláralo abiertamente. Es muy lógico que ante una pérdida importante la vida pierda su sentido. Tienes derecho de sentir eso, aunque no por ello debes reaccionar arremetiendo contra tu vida. Recuerda que este episodio de dolor pasará y puedes apostar por la vida. Trata entonces de evitar el sedentarismo excesivo y si es posible haz ejercicio (elevará tu endorfinas); aliméntate de forma equilibrada y aumenta la consciencia sobre el cuerpo. Puede ser muy útil participar en talleres de trabajo psicocorporal, psicodanza, etc. En el cuerpo se encalla el dolor y es a través de él que podemos liberarlo en gran medida.

  1. Medita. Si meditar es nuevo para ti, no te lies en conocer las miles de técnicas para encontrar ideal.  Al final lo más importante es que te brindes un espacio de tiempo en el cual no hagas nada. Te sientes, cierres los ojos y simplemente seas con todo lo que hay en este momento. 

  1. Perdónate. Renuncia a seguir culpándote por supuestas faltas o errores del pasado. Lo que fue así tuvo que ser, no lo dicto yo ni tu lo dicta la vida. Los errores no existen, desde tu inocencia hiciste lo mejor que sabías.

  1. Comienza actividades creativas o hobbies. Puede que no tengas muchas ganas, pero es una buena forma de canalizar las emociones que estás viviendo, estimular el contacto con lo presente y disfrutar. Lo creativo es vida.

 

 

  1. Toma decisiones. Si hay alguna decisión importante que has estado postergando quizás ahora es el momento de tomarla. Una venta, un trámite, un cambio… Hazlo y notarás que una parte de tu energía queda disponible para lo nuevo.

  1. Libros. Hay mucha literatura que puede apoyarte en un duelo. Próximamente hablaré sobre que pueden ayudarte a comprender lo que te ocurre y a asistir lo que estés necesitando.

  1. Pide apoyo psicológico. Si lo sientes necesario, cuenta con un apoyo psicológico profesional que te acompañe a trascender esta etapa y facilitar tu florecimiento a raíz de la pérdida.

  1. Participa en un grupo de acompañamiento al duelo. El encuentro con personas que están atravesando por una experiencia similar a la tuya aporta muchísima perspectiva y te ayuda a resignificar lo sucedido.

  1. Asiste a un grupo de Psicoterapia. En un grupo terapéutico  se facilita un ambiente de confianza donde todos pueden abrirse, mostrar su interioridad y trabajar asuntos personales a través de determinados ejercicios o dinámicas. Es un trabajo muy intenso que en pocas horas permite obtener mucha comprensión de uno mismo. Y el factor grupo promueve que estreches nuevos lazos con personas que quizás están pasando por situaciones difrentes a las tuyas, pero dispuestas a desnudarse y mostrar su vulnerabilidad para crecer.

  1. Llora y ríe. No reprimir el dolor es básico, pero permítete también reír. ¡Claro que si! La risa también puede tener lugar durante un duelo, sobretodo si nos hemos permitido llorar lo suficiente todas nuestras lágrimas. Hasta en los procesos de duelo, podemos dar con situaciones irónicas;  tener ganas de estar un rato bailando o encontrarnos dicharacheros. Y nada de esto es malo ni significa que no amábamos a la persona que se fue. La forma obligatoriamente triste y apagada en la que se han vivido siempre los duelos no solo es obsoleta sino también falsa y dañina para la salud. En esta etapa habrán muchas fluctuaciones emocionales y es todo un reto aceptarlas en todos los niveles. Recuerda que eres un héroe no por tu dureza sino por tu flexibilidad emocional.

  1. Explora tu espiritualidad. Para vivir tu espiritualidad no hace falta creer en ningún dios, sino encontrar lo que da sentido a tu existencia, aquello que te hace sentir autorrealizado. El momento de duelo por muerte es ideal para conectar con esto, puesto que invita a realizarte preguntas profundas que apuntan a buscar ese sentido. ¿Que ocurre después de la muerte?¿Que sentido tiene mi vida?. Acoge estas preguntas y encuentra tu personal filosofía de vida. 

  1. Trabaja el desapego. Toda experiencia de duelo nos enfrenta con la realidad de la impermanencia de las cosas: todo cambia. La podemos acoger desde la aceptación, el autoengaño o podemos pelearnos constantemente con ella. Desapegarse es el proceso de entrar en paz con la vida tal y como es. Aceptamos que algo más grande que nosotros es quien decide por razones que nuestro pequeño ego interpreta como injustas o errores. El mayor impedimento en todo lo que se interpone en esta vida es nuestra dificultad para dar un si a lo que ha sido.

  1. Cree en ti. Reconoce que mereces salir de esto enriquecid@. Confía en tus habilidades para superar esta situación de tu vida. Asume que mereces salir de esto y que la persona que se fue también así lo desea para ti.

¿Pasaste por un duelo y encontraste recursos que te permitieron avanzar?. Me encantaría conocer tu experiencia y qué fue lo que te funcionó.

 

Miedo: un gran maestro

En tu vida. ¿Cuántas cosas te resistes a hacer por miedo? ¿Qué experiencias te privas de experimentar?. No hablo del miedo a las cosas realmente riesgosas para nuestra vida, sino del miedo a no ser capaz, el miedo a lo que pensarán los demás (amigos, compañeros de trabajo, padres, pareja, sociedad, etc.) o el miedo a lo que pueda ocurrir en el futuro si nos salimos del plan establecido. Me refiero a miedos limitantes, ante los cuales escogemos hacernos pequeños en vez de coger las riendas de nuestra vida e ir a por lo que realmente queremos.


La muerte nos demuestra a todos, antes o después, que gran parte de nuestros miedos no justifican el haber dejado de lado los grandes sueños y pasiones.
¿Te has fijado en las personas que saben que van a morir?. Cuando realmente asumen que van a dejar de existir, verás que sueltan miedos y una gran serenidad y capacidad de disfrutar la vida inunda sus corazones. Pero ¿Es necesario algo así para despertar del letargo?. No, no lo es.
Solo es necesario que tomes consciencia de ellos y los mires a los ojos.

Todos hemos sido criados en la cultura del miedo. Bombardeados con advertencias por parte de padres, colegios, medios de comunicación, médicos, políticos… Y verdaderamente ¿Cuántos de todos esos posibles peligros que nos auguran acaban sucediendo?. Y es que mayoría de los miedos que sentimos son infundados, basados en las experiencias, asunciones o creencias de otros.
No quiere decir que el miedo sea un estorbo o algo de lo que nos, debemos librar cuanto antes. Por favor, no temamos también al miedo. Pero esos temores pueden ser los barrotes de tu jaula o tus grandes maestros.
Por eso a veces la vida nos apreta las cuerdas y la odiamos por ponernos en una encrucijada pero en realidad, todavía no estamos pudiendo ver que se abre la puerta hacia la libertad y el crecimiento.
¿Cómo sería si la próxima vez que sientas miedo lo observaras, lo es escucharas y acogieras la propuesta que lleva de la mano?. El miedo te muestra dónde pones tu límite y te invita a escoger el camino de la confianza o a morirte en él. Si te entrenas en esta nueva actitud te darás cuenta que los golpes y contratiempos de la vida te afectarán menos.
Es una cuestión de elegir, porque al fin y al cabo todos tenemos miedos. Pero anularte bajo su densa capa quizás te permite seguir siendo productivo y ofrecer la apariencia de que «todo está bien», sin embargo te mata por dentro. Y puestos a morir ¿Qué otra cosa puede ser tan temible como para que no te lances a por tu sueño?

Una cultura que se alimenta de nuestro miedo a la muerte

Mucha gente vive cual «cadáver viviente” siguiendo un plan previo, a menudo ni siquiera escogido por sí mismo, pero sea como sea un plan muerto, que no le motiva ni le anima a levantarse todos los días.
Todo transcurre en una vida muy llena de tareas, monótona y con gran protagonismo de lo banal y material.
Quizás tengas atisbos de consciencia acerca de lo que te inspira, pero el miedo a dejarte llevar por ello es muy grande.

Además, el ritmo de nuestra vida es tan rápido que lo último que queremos es gastar el tiempo en pensar en estas cosas y mucho menos en la realidad de la muerte. Pero es eso mismo lo que alimenta el círculo de miseria.
La realidad es que nuestro tiempo aquí es limitado e ignorar esto hace que prefiramos gastar nuestro valioso tiempo en adquirir y mantener cosas materiales, de las cuales rápidamente nos aburrimos. ¿Te sientes identificado? ¡Felicidades! Es el comienzo de un gran despertar.
Tomar consciencia de esto te permite reconectarte contigo mismo. Preguntarte. ¿Qué es lo que realmente me mueve? ¿Qué es lo que verdaderamente me apasiona hacer y no estoy haciendo?. Y entonces puedes empezar a priorizar lo importante.
Cuando tienes clara tu motivación, es más fácil tomar las decisiones, dejar a un lado el miedo a la aprobación de los demás o los miedos que han estado bloqueando tu acción hasta hoy.

La vida continúa

Esta expresión personalmente me fastidió bastante cuando, en un pasado, la escuché de otras personas mientras estaba sumida en un profundo duelo por la pérdida de de mi padre. Es cierto que, a menudo, se utiliza por parte personas que en realidad pretenden evitar la toma de contacto con su dolor. Pero dejando de lado esa fuerte tendencia evitativa que ya conocemos de nuestra sociedad, con el tiempo me ha sido difícil negar la verdad de esta reflexión.

Incluso en la más trágica de las situaciones, la vida sigue. Los ciclos y los seres vivos continúan su proceder. Y alrededor del suceso se desencadenan nuevos comienzos y nacimientos. En realidad, desde una mirada más global, nada se termina y todo continúa. 

Si estás transitando un gran dolor, una fuerte pérdida, una gran “desgracia”, muy seguramente lo vives como algo injusto, imperdonable. Algo no debería haber ocurrido. Y es natural percibirlo así. Tu existencia parece haberse parado, mientras que los demás y las cosas tienen la poca vergüenza de continuar su camino. Para el que vive esto, sabe que es algo que se siente, es completamente irracional. Por supuesto se entiende que todo el mundo tiene derecho a seguir con su vida.

Pero sencillamente no deseabas que aquello sucediera y te enfocas en lo que pierdes. En ese momento no existen recursos suficientes para apreciar la cantidad de novedades desconocidas que se abren. Es lo que toca.

No se trata de vendarse los ojos con palabras positivas para escapar de sentir el dolor cuando llama a tu puerta. Al contrario, enfréntate a él, transítalo y dale el espacio que necesite. Es importante para integrar un cambio tan grande y alcanzar la, a primera vista, tan imposible aceptación.

Pero recuerda cuando puedas que, en el cómputo de la vida, en la visión completa del cuadro, siempre todo tiene un sentido. Aunque tú todavía no lo puedas ver. Considero que a la larga esto es algo comprobable por cualquiera. Hacerlo consciente te permite evitar las resistencias que complican el proceso de duelo y algo más importante, te permiten deshacerte del temor a los futuros cambios y pérdidas, inherentes al hecho de vivir. 

Incluso cuando nos referimos a grandes catástrofes de la vida, en las que sufren miles de personas, no podemos obviar que estos sucesos pueden abrir la posibilidad de que oucrran grandes cosas, como la oportunidad de estrechar los vínculos entre seres humanos. Se puede abrir la oportunidad del amor.

Como dice Facundo Cabral: “Una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye hay millones de caricias que alimentan la vida”.

10 recursos para acompañar un duelo

Si alguien que aprecias ha perdido un ser querido, es lógico que quieras brindarle el mejor apoyo posible.

Para acompañar un duelo, lo principal es que conectes con lo que verdaderamente sientes. Que te muestres con autenticidad y a la vez mantengas el máximo respeto hacia la vivencia tan particular que está teniendo la persona. Cada proceso de duelo es único y hay tantas formas de vivir el dolor como personas en la Tierra. 

Aquí te dejo algunos recursos que pueden ayudarte a la hora de acompañar a alguien en el tránsito por el dolor:

  • Evita las típicas frases de pésame. Esas expresiones que no nos dicen nada y a menudo incluso niegan al otro el permiso de que se sienta como quiere: “Hay que ser fuerte” “El tiempo lo curará todo”,”Tienes que distraerte”, “Ahora está en un lugar mejor”, etc.  Hay que tomar consciencia de lo que decimos o mejor no decir nada. Tampoco tienes que decir la frase perfecta. Tu simple y  honesta presencia puede ser más que suficiente. 
  • Conoce en qué consiste un proceso de duelo. Si no lo has hecho ya entonces investiga, lee o escucha acerca de cómo funcionan estos procesos. Revisa tus experiencias personales de pérdida y familiarízate todo lo que puedas con el tema. Esto te permitirá prestar un mejor apoyo, además de enriquecerte personalmente. 
  • Escucha profundamente al otro. Permite que se desahogue permaneciendo en la escucha, en silencio y presente. Facilitando un clima de aceptación ante las emociones que expresa el otro. Si no sabes que decir no digas nada y si lo necesitas también puedes llorar. No es necesario mantenerte en la postura de “el/la fuerte”.
  • Habla sobre el duelo con el doliente. No temas ahondar en los detalles y aspectos especialmente dolorosos. Por lo general, es muy liberador y en el caso de que la persona no quisiera hacerlo seguramente te lo hará saber.
  • No te olvides de ti. Cubrir tus necesidades más importantes es básico para que puedas ayudar al otro de la mejor manera. Duerme, come, bebe y descansa lo suficiente. Volcarte demasiado en la otra persona no colaborará con su situación. Una relación de apoyo hacia el otro debe comenzar por el respeto hacia ti mismo. 
  • Si hay que tomar decisiones anímale a tomarlas.  Si sabes que hay decisiones que necesita tomar y está postergando, invítale a hacerlo y muéstrale que estás ahí para acompañarle en lo que necesite. La decisión dejará disponible parte importante de su energía para otras cosas.
  • Respeta siempre su manera personal de vivir el duelo. Aunque sea muy distinta a la forma en la que tú lo vivirías, lo que menos necesita ahora es sentir que no lo está haciendo bien. Evita decirle cómo debe sentirse y lo que debe hacer. 
  • Apóyate en otras personas y recursos. No es conveniente ser el único apoyo para el duelo de una persona.  Asegúrate de que cuenta con otras relaciones cercanas. Y en caso contrario averigua talleres de crecimiento personal, grupos de acompañamiento al duelo, terapeutas, retiros, libros y otros recursos que puedas ofrecerle.
  • Toma consciencia de lo que piensas y sientes acerca de lo que está viviendo la persona.  La calidad del apoyo que ofreces no es la misma si en el fondo opinas que la persona no va a ser capaz de superar lo que le está ocurriendo. Del mismo modo si tienes prejuicios acerca de sus creencias sobre la muerte. Concédete un espacio para la introspección y para sincerarte contigo mismo. Esto mejorará tu capacidad de escucha y tu disponibilidad para entender lo que necesita en ciertos momentos.
  • Si lo ves necesario sugiere un apoyo psicológico. Con el tiempo y aunque todavía en duelo, por lo general una persona va mejorando y cogiendo de nuevo cierto ritmo de normalidad en su vida. En algunas ocasiones, pasado un tiempo todavía no puede retomar sus tareas cotidianas, pone en grave riesgo su salud (por abusos, distracciones o negligencias) o ha perdido totalmente el sentido de su vida. Es entonces cuando podemos considerar la opción de buscar apoyo psicológico.